domingo, 6 de septiembre de 2009

RESIGNADA

Te noto triste. Dijo al despedirse.

Fueron una breves palabras aunque sinceras.

- ¿Triste?, mintió con una falsa sonrisa. Si, ha aprendido a sonreír con una mueca.

Cinco minutos más tarde de su partida el motivo de la tristeza volvió a atacar de nuevo.

¡Ojalá te mueras!. Lleva seis años pronunciado la misma frase, torturando su cerebro. Quiere escapar, huir muy lejos de él, pero no puede, no debe. Sería su condena.

- Te caerían un par de años, dijo el Abogado al que acudió cuando tuvo que presentarse ante los tribunales para convertirse en un cero en la historia negra de las mujeres maltratadas por este género que termina siendo noticia en el telediario, una muerte más ó cotilleo de las vecinas. Es que le pega, hija, mira tu que salvaje.

Ha de esperar, aguardar que el tiempo pase para poder alejarlo de su vida para siempre. Perdona, claro que perdona, aprendió a perdonar a todos los hombres y mujeres, hasta a ella misma se perdona, pero no olvida. Imposible olvidar las constantes ofensas. Insultos. Amenazas. Burlas, mofas e ironías.

Nadie puede ayudarla. No existe autoridad competente y la que responde necesita señales y él sabe muy bien utilizar artimañas para hundirla rompiendo su Alma en pedazos. Es mucho más fuerte física y moralmente. Ya no necesita pegar puñetazos sobre su rostro.

Siente temor. Un temor profundo que es miedo transformado en pena.

Siente odio que es amargura y enfermedad.

Así que entre la amargura y la pena muere en la resignación.

Que otra cosa puede hacer?

Hoy sonríe maliciosamente:

Los golpes ahora derivan a las puertas. Hoy se ha quedado encerrado, al igual que un alimaña, en una habitación. Se ha quedado dormido porque ronca como un cochino salvaje mientras ella se queda pensando......

Fui yo quien deseo tenerlo. Quien aguardó esperanzada su llegada.

y termina resignada.

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